jueves, 29 de marzo de 2012

Leishmaniosis


Buenos días.

Lo que hoy trataré de dar a conocer, es la Leishmaniosis o Leishmaniasis, una enfermedad parasitaria. Los inicios de esta enfermedad no están del todo claros; hay quien sugiere que se originó en África, otra teoría propone que tiene un origen paleártico, una más defiende que podría haberse generado en Asia y que se ha difundido através del Estrecho de Bering... Lo que sí es común, es que fue necesaria la migración de vectores o adaptaciones sucesivas que llevasen consigo el protozoo de la Leishmaniosis. Una migración más reciente es la de L. Infantum desde el Mediterráneo hasta los países latinoamericanos, dónde los parásitos recogieron su nuevo vector en sus respectivas ecologías.

La primera descripción de leishmaniosis fue hecha por El-Razy de Iraq, alrededor del año 1500 d. C. En 1898, Browosky descubrió el agente etiológico, pero su publicación hecha en ruso, pasó prácticamente inadvertida para los científicos occidentales.

La Leishmaniasis es una enfermedad parasitaria que tiene especial incidencia en la cuenca mediterránea. En España, el principal número de casos humanos se produce en la Comunidad Valenciana, seguida por Andalucía, Palma de Mallorca, Madrid y Cataluña, con un promedio de 100 casos nuevos al año. Así mismo, se estima que el 7% de la población canina en España está infectada, con lugares que tienen hasta un 35% de ejemplares enfermos.

Esto es así, porque el perro es el principal reservorio de los protozoos Leishmania. Es decir, es el hospedador predilecto del patógeno que produce esta enfermedad. Se transmite a través de un mosquito llamado flebotomo y por ende, la "temporada de peligro" empieza en teoría en abril-mayo y finaliza en septiembre-octubre, ya que con el calor, las larvas de mosquito eclosionan. Digo en teoría porque con el cambio climático, los meses de calor se prolongan y los inviernos se acortan, por lo que hay más probabilidad de contagio durante todo el año.


Patología
La Leishmaniosis en humanos se da en ancianos, en niños y en personas inmunodeprimidas. Hay que tener en cuenta que las infecciones pueden darse de dos formas: Cutánea y Sistémica.

· Cutánea o de las mucosas - Esta infección tiende a producir llagas y erupciones localizadas y difusas en toda la piel. La más común es la llaga oriental y en algunos pacientes se ha visto infecciones que comienzan como una reacción a la picadura, para después migran a las membranas mucosas, pudiendo ser mortal. Los signos son llagas en la zona de la piel donde ocurrió el piquete, lesiones en las zonas de alrededor de la úlcera, obstrucción y hemorragia nasal, dificultades para deglutir y erosión de tejidos en boca, lengua, encías, labios, nariz y tabique nasal. Si estas úlceras se presentan en la cara del paciente, puede quedar desfigurado.

· Sistémica - Afecta al cuerpo entero. Tiende a ocurrir entre 2 y 8 meses después de que el mosquito haya picado al paciente, por lo que muchas personas ni siquiera recuerdan haber tenido una llaga. Los parásitos dañan al sistema inmunitario disminuyendo el número de células que combaten la enfermedad, pudiendo llegar así a la mortandad. Los síntomas son fiebre, anemia, vómitos, tos, fátiga e inapetencia.

Unos síntomas comunes en ambos tipos son molestia abdominal, fiebre que dura semanas y que puede aparecer y desaparecer en ciclos, sudores fríos, piel escamosa, grisácea y pálida, disminución del cabello y pérdida de peso.

En el perro, el primer síntoma clínico más habitual es la pérdida de pelo, sobre todo alrededor de los ojos, orejas y la nariz. Cuánto más avanza la enfermedad, el perro más adelgaza, pero sin perder el apetito. Es muy frecuente encontrar heridas en la piel, sobre todo en la zona de las patas y la cabeza. Cuando el cuadro se vuelve crónico, este se complica en muchos casos con síntomas de insuficiencia renal.

La Leishmaniasis conlleva terapias que deben ser suministradas al perro durante toda su vida. Estas terapias ayudarán a la mejora de la calidad de vida del perro, pero hasta la fecha no se ha encontrado ninguna que elimine el parásito. Las recaídas son frecuentes, lo que muchas veces lleva al sacrificio del animal. Los síntomas son los mismos que en el ser humano, acompañados además de abatimiento general y parálisis en las patas traseras.

Según un estudio reciente (*SAD online España), cerca de un 50% de propietarios de perros conoce la enfermedad y un 88,2% de ellos tiene conocimiento que se puede transmitir al hombre, pero sólo un 67% sabe que se puede prevenir. El resto por tanto, no pone medida alguna.


Lucha Antivectorial
Como hemos visto, la única medida efectiva es la prevención. Para el ser humano, es importante la colocación de mosquiteras con trama adecuada para flebotomos, tostadores eléctricos para insectos, una correcta eliminación de residuos...

Si vivimos en una zona en la que no hay Leishmaniasis (Euskadi por ejemplo), con un collar impregnado en deltametrina será más que suficente. Normalmente estos collares sirven también para alejar garrapatas y pulgas, con lo que haremos un triple servicio. Otra opción con la que contamos, son las pipetas antiparasitárias con Permetrin al 65%.

Ahora mismo, diversos laboratorios tratan de dar contra una vacuna efectiva contra la Leishmaniosis y de momento hay una en el mercado que consiste en 3 dosis por un precio de 150€. Tenemos que tener en cuenta lo mencionado anteriormente, si no vamos a ir a una zona con posibilidad de infección, no es necesario ni rentable aplicar esta vacuna. Además, por el momento está aún en fase experimental y aunque parece dar buenos resultados, personalmente no la pondría a no ser que tenga una posible incidencia a mi alrededor.